Esta obra formó parte de la exposición inaugural de La Panadería y consiste en un cuarto cubierto en grasa y salpicado con chile en polvo.
Además del impacto visual del vibrante color del chile, esta obra afecta también los demás sentidos penetrando poco a poco al público quién, después de un tiempo, debe abandonar el espacio debido al ardor de los ojos y la irritación interna que esto genera. De esta forma, en la obra se crea una fuerte tensión entre atracción y repulsión.